ESTOY CLAVADO CON MI PROFESION: KIKIN

**Gianna1978** Vie Jul 31, 2009 3:29 am

Paco ya domina la bella ciudad de Lisboa. Foto: Rafael Huesca/ESTO

21 de octubre de 2006
"Estoy clavado con mi profesión"
Al "Kikín nada le distrae
Carlos Trápaga B./ESTO

ENVIADOS ESPECIALES

Lisboa, 20 de octubre.- ¿En qué nos quedamos? Ah, sí, en que tú lo que quieres es jugar...

Son casi las 2 de la tarde.

Nos vemos en la Plaza Pedro IV, en Lisboa Antigua, en el corazón de esta capital, y mientras nos remoja una llovizna tupidita.

Francisco "Kikín" Fonseca acaba de regresar de Seixal, donde el Benfica realizó su último entrenamiento formal, antes del juego del domingo contra el Estrela da Amadora, un equipo que navega en las posiciones más bajas de la tabla y ante el que espera resarcirse y volver a la senda del triunfo, tras aquel tropezón del martes pasado en la Champions.

Mientras caminamos por ahí, mientras el "Kikín" saca, literalmente, unas castañas del fuego en un puestecillo ambulante que atiende una señora, fan del Benfica, que lo identifica y lo mima, me cuenta de nuevo de lo a gusto que está en este sitio, de lo amable que es la gente con él, lo cual puedo comprobar por las muestras de afecto que le hacen patente todos aquellos que le reconocen.

Caminamos, platicamos, y Rafael Huesca se da vuelo sacándole más fotos.

Damos vuelta en la rua Das Portos de Santo Antao y llegamos al Teatro Nacional.

Ahí mismo nos detenemos.

"Me gusta esta ciudad. Es chiquita, pero tiene cosas maravillosas. Poco a poco la conozco. No tengo coche, por ahora. La verdad es que no me gusta manejar, nunca me ha gustado hacerlo, pero un vehículo es necesario para desplazarme, para ir al entrenamiento, para volver a casa. Por el momento, mi amigo Miguel -compañero de equipo que juega como lateral izquierdo- es quien pasa por mí a la casa y me trae de vuelta. Yo creo que en una semana más ya tendré mi coche".

Nos acompaña Rodrigo Barragán, otro mexicano que busca acomodo y quiere abrirse paso en el futbol portugués. Él anda un poco apurado porque le tocó entrenamiento vespertino, y se despide de nosotros.

Marchamos ahora hacia la zona moderna, allá cerca de la estación ferroviaria de Santa Apolonia, justamente al complejo donde se erigió la Expo 98, decisiva en la rehabilitación y en el desarrollo internacional de la ciudad. Hay grandes edificios de caprichoso diseño y de arquitectura singular. Nos metemos al centro comercial Vasco da Gama, donde al paso nos encontramos con más seguidores del Benfica que le dan ánimos a este mexicano y le dicen que no se desespere, que pronto va a jugar, que pronto va a anotar muchos goles que merezcan su festejo y los triunfos para el equipo de las Águilas.

"Hasta ahora solamente he tenido oportunidad de festejar mis goles en los interescuadras, pero ya vendrán los de a de veras", y ríe de buena gana.

Nos sentamos a la mesa.

Es un restaurante estilo rodizio.

Esto es, a la brasileña.

Con cortes de carne de todo tipo que comes hasta decir basta.

El "Kikín" se prepara, primeramente, una ensalada.

Y luego, come sin interrupciones, los cortes de carne que le llevan a la mesa. Le entra, con fe, al bife da vazía; y también al lombo; y a unas costillas de cerdo que le hacen chuparse los dedos.

¿Ya?

No, un poco más.

Y luego, sobremesa, es decir, los postres.

Le digo que le veo más delgado de la cara y él me dice que está en su peso.

Se le nota, sin embargo, más fuerte, más musculoso.

Es, quizá, el entrenamiento, aunque él me asegura que no varía a los métodos de entrenamiento que se usan en México; y que, inclusive, acá se hace menos trabajo de pesas.

Le pregunto por sus novias.

"¿Cuáles?", pregunta sorprendido.

No te hagas...

"La verdad es que no... tenía una novia, pero ya no tengo más".

Pues en México se han dicho muchas cosas. Inclusive, en esas revistas de chismes, se habló de que si andabas con Ninel Conde o que si le habías echado los perros a Galilea Montijo.

"La verdad es que no... Sí, sí lo escuché; allá en México, la última vez que fui, me preguntaron por Ninel, pero la verdad es que no".

Oye, si las chavas te persiguen...

"Pues mándamelas para acá".

"La otra vez allá dijeron también que mi mamá había declarado que estaba ansiosa de que yo tuviera ya una novia. Acá se reprodujo esa nota y mis compañeros me bromearon y me preguntaron si era verdad de que mi mamá me andaba buscando pareja. Les dije que no era cierto, que mi jefa es como la madre Teresa de Calcuta y que cómo iba a andar con esas cosas. Pero, bueno, las mamás siempre quieren lo mejor para sus hijos".

Dice después:

"No me apura. Tengo 27 años y estoy a gusto así, solito, como estoy ahora. Sé que tiene que llegar a mí la mujer que me mueva el tapete, pero ahora estoy clavado con mi profesión y lo demás no me quita el sueño".

Pide un café capuchino para el final de la comida y para proseguir la plática. Mientras, firma un mensaje "para mis cuates y los lectores de ESTO", según reza la dedicatoria.

Hablamos de la Selección Mexicana...

Me dice:

"Desde que llegué al Tri dije que siempre quisiera estar ahí. Y así lo digo de nuevo".

¿Estás conforme con lo que se hizo en el Mundial?

"Pudimos hacer más. Nos satisfizo nuestra entrega, la lucha que dimos, pero nadie, ninguno de mis compañeros, quedó conforme con lo que logramos".

¿Y quién para dirigirla?

"Ya dije que Hugo. Y, si no fuera él, otro mexicano. No me gustaría que fuera un extranjero. Y, mira, la verdad no tengo nada contra La Volpe. Mal haría. Mi agradecimiento para él. Fue quien me llevó a la Selección, fue quien me hizo debutar y me dio la oportunidad de jugar un Mundial. Le estoy muy agradecido. Pero nuestra Selección Nacional debe ser dirigida por un técnico mexicano y, más, cuando hay muchos con capacidad y talento demostrados".

¿Te parece que fue en la Copa Confederaciones cuando el Tri demostró su mejor nivel?

"Sí, así me parece".

Pero luego vinieron lo de las bajas de Galindo y Carmona y todas aquellas oscuras versiones.

"Sí, luego vino todo aquello", y no dijo más.

Guardó silencio.

Por vez primera vez desde que lo vi en esta su Lisboa, el "Kikín" perdió la sonrisa que le acompaña siempre.

Y yo respeté su silencio y no hice más preguntas.

Salimos de ahí.

Le acompañamos a su casa, ahí en la rua Agostinho Neto, muy cerca del estadio del Sporting, el rival citadino del Benfica.

Nos despedimos.

Él tenía que atender a un técnico que le instalaría una antena parabólica para ver los partidos del fut mexicano y nosotros continuamos nuestra marcha hacia el hotel donde tenemos puesta nuestra pequeña redacción y desde la cual enviamos las notas que les llegan a ustedes.

Antes, le agradecí sus atenciones de siempre hacia ESTO y su forma de ser.

Hasta la próxima, ya sea acá, ya sea allá.