LAS BROMAS EN EL EQUIPO DE PUMAS

**Gianna1978** Dom Mayo 17, 2009 10:20 am

Miércoles 20 de octubre de 2004

Es la otra máscara invisible de Pumas. El rélax llegó al campeón, casi por arte de magia. Los ojos de incertidumbre, encandilados por la mala racha que vivió el equipo, fueron borrados con la gomita de la victoria. Fue la goleada a las Águilas, el domingo pasado en el Azteca, el elíxir embriagador que hizo el milagro.
"Creo que el repunte es real", confiesa Francisco Fonseca, con su irremediable sonrisa del Flaco , quien hacía pareja con el Gordo , en la cinematografía estadounidense.

"Hicimos un partido muy completo ante el América: ellos tuvieron dos o tres oportunidades de gol y nosotros el doble", evalúa Kikín . Y con un suspiro agrega: "Aunque eso ya forma parte del pasado".

Del olvido a la risa. Desaparece el ambiente pesado, de plomo, que llevó al equipo a los últimos lugares de la tabla general.

Es un giro de 180 grados.

Y surge, como suele hacerlo, la figura de Joaquín del Olmo, una especie de usurero de las majaderías y chascarrillos en la cancha, durante los entrenamientos. Es el `bufón` del equipo. Rompe el hielo del ambiente con el mazo de sus bromas, algunas dirigidas a su técnico y amigo Hugo Sánchez.

Faltan 15 minutos para el término de la práctica en las instalaciones de La Cantera. Estallan los gritos del estratega, que chocan en la hondonada contra las frías paredes de piedra volcánica, a un costado de la portería de Sergio Bernal. El juego interescuadras se realiza en tres cuartos de cancha. Rojos contra azules.

"¡Venga, que estamos terminando. Un poco de más disciplina!", exige, Sánchez, silbato en la diestra, a sus futbolistas.

Y recrimina a Israel Castro por enviar sus servicios a "zona minada".

Del Olmo es de los rojos.

No se cansa de lanzar "p" a diestra y siniestra; a compañeros y enemigos. Con esas dos palabras también se recrimina cuando comete una pifia. La mamá para el bien y el mal.

"¡Venga Mary Boquitas "! grita el Jaibo a uno de sus compañeros, que no se alcanza a distinguir entre el mar de piernas universitarias.

"Órale mi Marco Antonio Rodríguez", lanza del Olmo sus palabras al viento, aunque tienen un destinatario: Hugo. Todos aguantan la risa cuando recuerdan al árbitro .

En la disputa de un balón con el oaxaqueño David Toledo, accidentalmente, Joaquín vuela y cae al piso. Hace aparatosa la acción rodando sobre el césped. Sánchez Márquez no la pita como falta.

"Voy a reventar a un cabrón, nomás te lo digo", dice Del Olmo con cara de película de villano de western y caminado estilo John Wayne.

Finaliza la práctica. Todos van a la ducha. "¡Verón!", grita un utilero, "¡Botero!", lo secunda otro. Y una lluvias de silbidos maternales estrella el silencio.

Hugo retoma su autismo voluntario con la prensa. Y Quedan sin respuesta las preguntas a su candidatura para el Premio Nacional del Deporte 2004